La Vaca Tudanca

La vaca tudanca es la adaptación perfecta del ganado vacuno a un medio montañoso. Su rusticidad, su sobriedad y resistencia a las bajas temperaturas y humedad la permiten sobrevivir y alimentarse en condiciones muy duras. Si bien es verdad que no es una raza que de grandes aprovechamientos cárnicos, si es una magnifica madre. Es precisamente esta característica la que hace que sea muy utilizada en la actualidad como madre con toros de Limusine, Charoles o Azul Belga.

 

Aunque en la actualidad esta solo considerada como raza autóctona de Cantabria, era un especie autóctona de todo el norte de Castilla y León que compartía pastos de verano con la vertiente norte, así en 1974, en el censo de la montaña palentina se contaban 3.526 animales y en el norte de Burgos se censaban 2.846. En la actualidad quedan unas 12.000 cabezas.

© Fotografía de A. San Miguel

Su fortaleza física y austeridad, la hizo ser uno de los animales más apreciados para el trabajo de arrastre. Además de ser utilizada como pareja de trabajo por los paisanos, era muy apreciada por los carreteros de toda España.

 

Su temperamento es nervioso e inteligente, pero son muy nobles, pudiendo ser manejadas con facilidad. Es curioso ver a los toros, negros, muy similares a los de lidia para el ojo inexperto, paseándose entre los niños ganaderos.

 

Su peso ronda los 300 kg en las hembras y los 440 en los machos. La alzada llega a los 135 cm en las hembras y 150 en los machos.

 

La capa más común son la josca –negra- y la tasuga – gris-. Aunque también existen, ya en muy bajo número las avellanas o las corzas de pelaje pardo grisáceo. Todas las coloraciones  muestran un arco superciliar claro y el escudo labial despigmentado en forma de triangulo.

 

Los cuernos son blancos, abiertos y con la punta negra.

 

Su sistema de explotación, se basa en la trastermitancia aprovechando la subida a los pastos en primavera y verano, subiendo en mayo-junio a los puertos de montaña y descendiendo a principios de noviembre a los pueblos y prados. Antiguamente, subía un pastor elegido por sorteo entre los vecinos del pueblo –vecería- y uno o dos “sanrujanes”, que eran niños del pueblo que subían a ayudar y  a aprender el oficio. Curiosamente entre todos los pueblos de un valle se criaba un toro en cada pueblo del valle, y en las fiestas se echaban a luchar, subiendo como toro principal del valle, el que ganaba en esos “apuestes”.

Es curioso como se asocia el trabajo del  Mastin a las ovejas, cuando su uso tradicional en las comunidades más norteñas estaba así mismo muy relacionada a la protección de las  vacas. Incluso llegado el caso, al igual que ocurría con los Toros, eran animales de pertenencia comunal, alimentándoseles de manera conjunta, por vecería – turnos -.

 

Una de las “Pasás” de ganado más famosas de Cantabria, la Pasá de Carmona , tiene a gala una  trova popular muy famosa en la región:

Ya entra el pastor en el pueblo

Al ganadu da un silbatu

Las vacas bajan muy gordas

Y muy lucidos los jatos

Y se meten en la tasca

a beber unos vasos

El perru con sus carranclas

se sienta al pie de su amo

Otra estrofa de una canción cantabra, pondera también las vacas pero sobremanera los dos bienes de propiedad común: el toro y el perro. Dice así la montañesa:

Trae las vacas bien gordas,

Trae buen toro y buen perro,

Y las crías bien tratadas

Que es fama del Vaquero

Los rebaños de los puertos altos de Liebana, La Pernía, Campoo, Brañosera  y Cabuérniga estaban en contacto con los rebaños de meriteros que subían desde Extremadura y sur de Castilla.